Richard Bach en su libro “Alas para vivir” escribió: «Las razones de fuerza mayor nunca convencerán a la emoción cegadora”. Esta frase me inspira para el post porque, en el fondo, va de emociones.
Las emociones (emoción viene del latín e-movere: mover hacia fuera, que sugiere acción), tienen mucho que ver con los propósitos (lo que nos mueve). Nuestra motivación intrínseca para hacer algo es la máxima expresión de la emoción que nos suscita o, si se quiere, de su componente consciente: el sentimiento. Nos emocionamos cuando perseguimos nuestro propósito, y ello provoca en nosotros el sentimiento de autorrealización.